lunes, 12 de agosto de 2019

Amor a la siciliana




—Aquí no ha nada.
—Te digo que hay algo, hay algo.
—¿Hay algo?
—Lo huelo. Sí.
—¿Cómo lo sabías?
—Ja, ja, ja ¿Ves cómo tenía razón?
—¡Un trozo de tarta, Saro!
Saro, que es ciego, huele el plato que le acerca Mimmo
—¡Tarta de higos! Sí.
—Es un poco vieja.
—¡Qué más da! ¿Cuánto tiempo hace que no... que no comes un trozo de tarta?
—Hace una vida, Saro.
Alguien golpea una de las puertas interiores de la casa.
—¿Quién es?
—Con permiso —dice el nuevo.
—Es un soldado americano
—Que pase, que pase.
—Adelante, póngase cómodo.
—Adelante
—Madre mía, calla, calla, calla —dice Mimmo entre susurros.
—Perdonen la molestia. Hola. Estaba buscando al señor Guarnieri.
—¿Quién?
—¡Ah, sí! Es el propietario de la casa. 
—¡Ah, Guarnieri! Ya. Lamentablemente no está.
—De hecho estamos aquí para vigilar que... con la gentuza que hay últimamente...
—¡Qué pena! Quería conocerle. Vosotros no sabréis cuándo vuelve.
—¡Y cuándo vuelve! ¡Cuándo vuelve!
—¿Quién sabe? ¿Quién sabe? ¿Quién sabe?
—¿Y al menos sabéis dónde está?
—¡Dónde está! ¡Dónde está!
—Pero disculpe... pero ¿qué quiere? Uno no puede presentarse en las casas de los demás a hacer preguntas y más preguntas...
—Lo sé, tienen razón. Es que he venido para pedir la mano de su hija y tengo que encontrarle cuanto antes. ¿Puedo enseñarles una foto?
—¡Claro!
—Flora. Se llama Flora. Mire qué guapa, mire, mire.
El soldado va a enseñarle la foto a Saro, pero Mimmo le retiene la mano.
—No, él es...
—Ah, perdón.
—Ahhh, una chica hermosa. Felicidades. Saro, salen los dos, él y ella.
—¡Qué me cuentas!
—Hasta hay un puente detrás. ¡Qué bonito! No ha salido muy bien y además está un poco torcida.
—Eh, ya. Es que nos la hicimos nosotros mismos. Pensé que sería más romántico, pero evidentemente...
—Felicidades, una chica realmente preciosa.
Saro tose para que le hagan caso.
—De todas formas, como tenemos que verle, le pasaremos el recado al señor Guarnieli. Se lo prometo.
—Entonces ¿no le espero?
—Ya se lo hemos dicho.
—Se lo hemos dicho.
—No sabemos cuándo vuelve.
—No lo sabemos.
—Je, je ¿Qué va a hacer aquí? Ni siquiera sabemos qué ofrecerle. Nosotros...
—Solo tenemos este trozo de tarta. 
—Uno. Un trozo.
—Uno, solo uno. Además, ya está vieja, porque no sabemos exactamente de cuándo es. No es que...
—No importa, los soldados estamos acostumbrados a comer cosas peores.
—¡Lo ha cogido! —le dice bajito Mimmo a Saro. Y ambos ven como el soldado se come su único trazo de tarta.
—¿Qué tal estaba?
—Buena. Pero a mí los higos no me entusiasman.
—¡Encima!
—Les espero en la comandancia. Preguntad por Arturo Guiamanessi. 
—Gracias.
—Les espero con el señor Guarnieli.
—Por supuesto, obviamente.


Arturo es un siciliano que vive en estados unidos. El tío de su amada Flora la promete a un mafioso y la única forma que tiene de evitar el matrimonio es pedirle la mano directamente a su padre. Pero para ello tendrá que ir hasta Sicilia, y lo hará enrolandose en el ejercito norteamericano como traductor durante la misión de liberar Sicilia de Mussolini. La película está ambientada en una época de guerra, por lo que no abundan los colores (solo el verde) ni los alimentos. Cualquier comida es un lujo en estos momentos.

En esta escena, Saro y Mimmo, un ciego y un cojo que son considerados los parias del pueblo, entran en una casa abandonada para saquearla y encuentran un trozo de tarta de higos rancia en un armario.Se disponen a repartírsela cuando aparece Arturo y los dos, asustados de que les detengan por ladrones, fingen conocer al dueño de la casa y, por hablar demasiado, terminan ofreciéndole la tarta a él, que se la come encantado, dejando a los otros dos renegando de su suerte.


Bizcocho de higos

Receta para 8 personas:














  • 2 huevos
  • 130 g de azúcar
  • 80 ml de leche
  • 120 ml de aceite de oliva
  • 1/2 cucharadita de vainillina
  • 1/2 cucharadita de romero en polvo
  • 1 pizca de sal
  • 1 limón
  • 1 cucharadita de levadura
  • 200 g de harina
  • 300 g de higos
Batimos los huevos con la harina hasta que adquieran un color amarillo claro. Añadimos la leche y el aceite y mezclamos de nuevo. Agregamos la vainillina, el romero, la sal, la ralladura de limón y la levadura y mezclamos bien. Añadimos la harina y la integramos hasta tener una masa homogénea.
Cortamos los higos en cuartos y añadimos 3/4 partes a la masa. La vertemos en un molde de horno redondo y horneamos a 180º durante 15 minutos. Adornamos con el resto de los higos y horneamos 30 minutos más, hasta que esté dorada y al pincharla con un palillo salga limpio.